Otra vez, desprevenido y casi sin quererlo, caigo en las redes del cine argentino, o por lo menos en la red de Silvestre Jacobi, un multiartista
( director, guionista,pintor...) argentino, que tras su debut como codirector y coguionista en “Cadombe” (2001), documental que se centra en la cultura Afro-uruguaya de Montevideo, decidió viajar con un reducido equipo técnico a la isla de Jamaica, para rodar una pequeña historia sobre un viaje realizado por un par de rastafaris.
De esta manera nació “Roots Time” (2006), una road-movie desbordante de humor cotidiano e inmersa en la cultura y religión rastafari, que nos muestra la cara más amable de la tierra de Bob Marley y Peter Tosh. Así que olvidaos de los guetos y los shottas de gatillo fácil, Jacobi nos ofrece la visión que la mayoría de los occidentales tenemos, sin haber visitado "in situ" la isla; un lugar donde reina la buena voluntad, la música y el amor, en todos sus sentidos.
Amor, principal valor que difunde la religión rastafari, lástima que en Jamaica en muchas ocasiones se sustituya este valor por la violencia y la ley del más fuerte. Pero no nos salgamos de los cauces y centrémonos en el filme.
“Roots Time” nos relata la historia de dos rastafaris (no confundir con dos rastas) veteranos, Baboo (Llewelyn Samuda) y Jah Bull (Woltoon Harrison) que viajan por las zonas más rurales de Jamaica, al volante de un viejo coche “tuneado”, vendiendo vinilos de reggae.
En mitad de su travesía auxiliaran a la pareja formada por Ras Amuna, un locutor de radio que prodiga el mensaje del Jah, tanto en forma de discurso como en forma de canción, y Brenda, que se encuentra gravemente enferma y necesita acudir a un médico.
Jah Bull y Baboo,siguiendo los preceptos de su religión, ayudarán a la pareja, pero no permitirán que Brenda acuda a un médico corriente, ellos creen que la medicina natural será mejor solución, por ello acudirán a un curandero de confianza. El trayecto aparentemente sencillo se torcerá ligeramente, para regocijo del espectador.
El filme de Jacobi le podemos clasificar, en un primer término, como una road movie en clave de comedia, donde el humor lo encontraremos en la peculiar relación que existe entre Baboo, un hombre tranquilo y despreocupado, y Jah Bull, un rastafari algo malhumorado y fantasioso.
Dos polos opuestos que irremediablemente chocarán y provocarán más de una discusión. Discusiones efímeras, que sólo pueden surgir cuando dos personas son grandes amigos y que resultan sumamente divertidas para quien las ve desde fuera.
Aquí es donde suelen acabar el contenido de muchas “road-movies” del cine más comercial; sin embargo “Roots Time” ofrece mucho más, si rascamos la superficie comprobaremos que esta película tiene un rico mundo interior. Jacobi nos muestra, con la mayor naturalidad del mundo, algunas partes de la actitud y las pautas que el rastafarismo difunde, revelando al espectador que la realidad esta muy lejos de la creencia popular occidental de que los rastafaris son gente que tienen rastas, que consumen el día tumbados en hamacas, escuchando reggae y fumando marihuana.
Por otra parte, Jacobi intenta salvar, o más bien conservar con su cámara, aquellas culturas que retienen su esencia particular, en contra de un mundo cada vez más globalizado que transforma todas las culturas autóctonas en una masa única e indiferencial. Por ello no extraña que Jacobi haya rodado en ingles jamaiquino.
La gran frescura que tiene el filme, lo ha conseguido el director al escoger un reparto de actores no profesionales, ningún actor se había puesto ante un cámara, y es muy posible que sus personajes sean sus propios alter-ego, lo que dota a la actuación de un brillo particular que los actores profesionales suelen perder según van atesorando experiencia. Una pena que Harrison falleciera antes de ver su actuación en la gran pantalla, tendría motivos para estar orgulloso.
Frescura que se acentuá con los plano recursos que almohadillan la transición de escenas, planos que muestran imágenes reales de una parte de la vida en la isla, por lo que, aún siendo ficción, aumenta la credibilidad de todo el contenido.
Con una realización sencilla, rodado en digital, con un dominio de planos estáticos con trípode y el uso casi exclusivo de luz natural, Jacobi crea un regalo para los ojos del espectador. Todo ello rehogado con una buena selección de reggae, algunas de las canciones son propias de los actores, que intentan imitar el sonido que se produce de la caricia de la aguja con el vinilo, rememorando el sonido de las míticas sound-sistem.
“Roots Time”, que obtuvo el premio a la mejor película en el Festival de Portobello, no debe ser sólo una comedia enfocada a los seguidores del movimiento rastafari o amantes del reggae, sino un film que bastante gente debería de acercarse para comprobar por ellos mismos como se puede realizar buenas películas sin tener que recurrir a colosales presupuestos, estrellas de cine y sobre todo, sin que en la parte de atrás ponga “made in EEUU”. Un soplo de aire fresco ante una cine cada vez más globalizado.
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