17 feb 2011

Bombón, el perro

Inauguro esta sección con una pequeña joya, una película que me cautivó profundamente por su aparente sencillez y su visión de una Argentina en crisis, pero no por ello carente de alegría. Cuando terminé de ver este film, me enamore perdidamente del trabajo de su director, Carlos Sorin.
De hecho, cualquiera de los filmes que ha realizado este director argentino lo incluiría en esta sección, pero me decanto por “Bombón, el perro”, porqué a través de ella, descubrí a este esplendido "artesano de las imágenes".

El hermoso argumento del film, nos relata un tramo de la vida de Villegas ,un hombre humilde, sin grandes estudios, que se dedica a la venta ambulante de cuchillos, sin mucho éxito.
Sin embargo, su suerte parece cambiar cuando es recompensado, por auxiliar a una atractiva joven en la carretera, con un dogo argentino, Bombón.
A partir de este momento empieza a nacer un bonita relación entre Villegas y Bombón , ambos se ayudaran mutuamente para conseguir aquello que desean o que no pueden realizar.

Y es que los interpretes son los grandes responsables de que la película sea tan maravillosa a la par que entrañable. Ninguno de los actores y actrices que trabajan en el film son profesionales, y lejos de perjudicar el film, la “no profesionalidad” de ellos crean esa frescura que encandila e hipnotiza al espectador.
La gran actuación del carismático protagonista es más que admirable, desde el comienzo, Villegas se convertirá en un personaje entrañable y próximo al espectador, un personaje que en ocasiones siente que se encuentra en un mundo que no le pertenece, con una mirada que refleja una mezcla de derrota y anhelo de tiempos mejores.
Uno de los puntos más destacados del film, y muy presente en otras obras de Carlos Sorin, es todo aquello que se dice sin la necesidad de utilizar las palabras. Las miradas, los silencios o los gestos de los protagonistas dicen mucho más que los diálogos.
El uso de una luz natural, de planos sencillos sin movimientos complicados, la puesta en escena sin grandes complicaciones y una banda sonora que aparece solo en los momentos precisos, recalcan la sencillez que se le quiere dotar a la obra, sencillez que atrapa al espectador desde los primeros compases.

La naturalidad y la esplendida simplicidad que rodea al film, nos enseña que existe otras formas de hacer cine, alejado de las grandes producciones, de las películas llenas de efectos especiales, de las grandes estrellas de cine, de ritmos vertiginosos por el uso de un montaje cercano al videoclip... Sin tener todo esto, “Bombón, el perro” consigue que nos sumerjamos de lleno en el argumento, con un ritmo tranquilo, relatando poco a poco, sin prisa, la “microhistoria” de Villegas...
Sorín se encarga de enseñarnos casi sin querer (como en “Historias Mínimas” con la Patagonia, o “En el Camino de San Diego” con Misiones) como es las sociedad argentina, o más bien como son las gentes de provincias, separada de las grandes ciudades, que enriquecen el film, dando una visión distinta de Argentina.

Por tanto, recomiendo a todo el mundo que se acerque a este film sin complejos, que lo disfruten despacio, saboreando cada escena, saciando la vista y el corazón con el relato que nos proponen y posiblemente al final de la película, sentiréis cierta melancolía al tener que despediros del gran Villegas y su fiel escudero, Bombón, el perro.


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